Hola queridos amigos! ¿Cómo han estado? Les debemos una disculpa papá y yo; quedamos muy formales de alistar nuestros disfraces de piratas para la fiesta pero mamá no se apuró y nos dejó pero que como novia de pueblo (así dicen por acá), la que al menos quedaba vestida y alborotada... nosotros muy alborotados pero nada de los trajecitos... bububu.
Han ocurrido grandes cosas estos días de frío. Nos hemos enterado que la fiesta de Navidad estará llena de gente en casa; vendrán unos parientes de la Ciudad de México y estamos ansiosos de que lleguen. Por lo mismo, y por el terrible clima que nos aqueja, mamá decidió renovarnos el guardarropa y nos ha comprado un par de sweteres de lo más lindo, porque la verdad es que los de antes ya tenían muchos añitos y se nos hicieron un poco aguados...
Pero el asunto de este post nos lleva a otro asunto que surgió justo cuando fuimos con Claudia, nuestra doctora, de compritas por las nuevas prendas. Mientras estábamos ahí, modelando ante una concurrencia que se acercaba a decirle a mamá que qué perritos tan lindos tenía (jijijiji, qué modestos!), la doctora nos llamó al consultorio para checarnos y ponernos la vacuna que nos tocaba. Nos checó todo: orejitas, dientes, aliento (ooohhhh, ¡pobresita!), corazón, y, por rutina, nos pasó a la báscula. Ella se alegró muchísimo de que papá se ve mucho más repuesto, mamá se encargó de decirle que el tratamiento que toma lo ha mantenido más joven y vital que nunca, pero las cosas malas llegaron cuando me pesaron a mi.
Según los estándares de nuestra raza, se supone que lo más que uno de nosotros puede pesar es entre 13 y 14 kilitos. ¿Y qué creen? que yo estoy por arriba de los 17... ¡y es que me encanta comer! El abuelito nos da tantas cosas ricas que...
Pues para no hacerles en cuento largo mamá se afligió mucho, porque ella acaba de pasar por algo llamado "Dieta" y está convencida de que quemar calorías es lo de hoy. La verdad es que aunque me encanta salir de paseo, debo confesar que esto del ejercicio no es muy lo mío, pero me emocionó muchísimo la idea de que mamá me saque diario (por sus ocupaciones o por el clima eso no ocurre). En fin.
Ya se imaginarán amigos que ahora todos en casa me miran con más ternura, la ternura de los gorditos, que será conveniente no siga en aumento porque según nuestra vete las cosas cuando sea viejecito como papá se pueden poner feas si sigo con más kilitos, pues me puedo enfermar más o hacer más débil. Así pues, todo parece que debo ponerme los tenis y la ropa de ejercicio y esperar a que me enseñen la correa para salir ¡hecho un rayo!
Pronto subiremos fotos para que nos vean con la cachorra y nuestros nuevos modelitos... ¡Saludos a todos amigos!